La localidad salmantina de Peñaranda de Bracamonte, antes conocida como Peñaranda de Cantaracillo y después como Peñaranda del Mercado, tomó su tercer y definitivo apellido de un noble normando que se puso al servicio de la monarquía de Castilla y de León hacia finales del siglo XIV. Hablamos de Robert de Bracquemont (c. 1355-1419), que en 1386 fue enviado a la península ibérica desde la corte francesa junto a otros nobles para auxiliar al rey Juan I. Dicho monarca, tras haber sufrido una estrepitosa derrota frente a portugueses e ingleses en el verano de 1385 en Aljubarrota, se enfrentaba por entonces a una invasión de tropas inglesas comandadas por el pretendiente al trono castellano y leonés Juan de Gante, duque de Lancaster, casado con Constanza de Castilla, hija del rey Pedro I el Cruel, que había sido asesinado por su medio hermano Enrique II el Fratricida, padre de Juan I, en 1369.
Retrato de Robert de Bracquemont, pintado en el siglo XVIII, custodiado en el Museo del Palacio de Versalles.
Ilustración de la batalla de Aljubarrota por José Luis García Morán. Caballeros castellanos y leoneses se ven sorprendidos por las trincheras cavadas por las tropas portuguesas y por los mortíferos arcos largos galeses.
La guerra dinástica entre los descendientes de Pedro I de Borgoña y Enrique II de Trastámara llegó a su fin con el matrimonio entre una nieta del primero, Catalina de Lancaster, y un nieto del segundo, Enrique III, quienes, tras el enlace, se convirtieron en los primeros príncipes de Asturias de nuestra historia. A Robert de Bracquemont le debió de gustar esta tierra, ya que, después de servir en la corte de Juan I y Beatriz de Portugal, “renovó contrato” y se quedó en la de sus sucesores, que fueron precisamente los primeros príncipes de Asturias. Fue embajador de Francia y prosperó de tal modo que se le otorgó el título de almirante mayor de Castilla. Su apellido se terminó convirtiendo también en el de Peñaranda debido a que una hija suya, Juana de Bracquemont, se casó con el primer señor de la ciudad, Álvaro Dávila, que había ascendido en la escala social gracias a los méritos adquiridos en campaña junto al hermano del rey Enrique III, el infante Fernando de Antequera, que, en 1412, sería proclamado rey de Aragón. Fundado en 1419 el señorío de Peñaranda con don Álvaro Dávila y doña Juana de Bracquemont al frente, sus descendientes pensaron que el apellido extranjero de su madre tenía mucho más lustre que el Dávila de su padre, así que lo adoptaron como su primer cognombre, transformándose así el Bracquemont en Bracamonte.
Robert de Bracquemont, que era conocido por el diminutivo Robin, terminó castellanizado como Mosén Rubí de Bracamonte, que no deja de ser la transcripción de una mala pronunciación castellana del francés "Monsieur Robin de Bracquemont". El normando, además de sus destrezas guerreras, trajo a Castilla y a León su heráldica familiar, que contenía un mazo y un galón triangular que recuerda a la forma de un monte.
Armas de los Bracamonte: en campo de plata un mazo y un monte de sable. También encontramos otra variante de las mismas: en campo de sable un mazo y un monte de plata. Infografías de José Moreiro Píriz.
Algunos han querido ver en dichas figuras heráldicas dos atributos masónicos como son el mallete y la escuadra, pero nada tiene que ver una heráldica normanda del siglo XIV, o quizá mucho más antigua, con tal hermandad iniciática que nació a comienzos del siglo XVIII. Advierto que lo que viene a continuación lo vio antes que yo el peñarandino empeñado en deshacer mitos Manuel Corral Baciero; el caso es que todo parece apuntar a que la heráldica de Robert de Bracquemont es un producto de la heráldica parlante nacida en el Oeste de Francia en el siglo XII y que, por supuesto, nada tiene que ver con la masonería.
Capilla de Mosén Rubí en la ciudad de Ávila, mandada construir en el siglo XVI por doña María Herrera y don Andrés Vázquez Dávila como panteón familiar y llamada así en honor de su famoso antepasado normando Robert de Bracquemont.
Heráldica de los Bracamonte que aparece tanto en el interior como en el exterior del la capilla de Mosén Rubí y que nada tiene que ver con la masonería.
Dicha heráldica sería parlante porque sucede que el apellido Bracquemont se puede descomponer en dos vocablos, bracque y mont, siendo obvio el significado del segundo; por otro lado, bracque comparte raíz con el verbo break (en inglés, romper) y en francés existe el vocablo brac, usado de manera coloquial con el significado de escombro. Parece, en consecuencia, que esa heráldica parlante nos habla de un posible antepasado de Robin de Bracquemont al que apodaban el Rompemontes, lo cual viene muy al caso, dada la casta guerrera normanda de la que provenía el genearca de los Bracamonte. Quizá un antepasado de Robin podría haberse ganado dicho sobrenombre y heráldica durante su participación en la batalla de Hastings (1066), en la que el ejército normando del duque Guillermo el Conquistador derrotó al ejército anglosajón del rey Haroldo II, que, precisamente, estaba desplegado sobre una colina.
Guerreros normandos representados en el Tapiz de Bayeux, en el que se representa la invasión normanda de Inglaterra en el 1066.
Iglesia de Nuestra Señora en la localidad normanda de Bracquemont, lugar de origen de Mosén Rubí.
Este es el escudo actual de la localidad normanda de Bracquemont, lo que indica que Robin de Bracquemont trajo esa heráldica consigo en 1386, tratándose de las mismas armas que podemos ver en la capilla de Mosén Rubí de Ávila y que, por supuesto, nada tienen que ver con la masonería.
El señorío de Álvaro Dávila y Juana de Bracquemont se convirtió en condado siglos después, concretamente en el año 1602, siendo el conde más insigne don Gaspar de Bracamonte y Guzmán (1595-1676), virrey de Nápoles, que antes fue embajador plenipotenciario de Felipe IV en la firma del Tratado de Münster, que puso fin a la Guerra de los Treinta Años.
Retrato de don Gaspar de Bracamonte y Guzmán (1647-48) por Gerard ter Borch, Museo Boymans Van Beuningen.
Se conserva en el parque de la Huerta de Peñaranda de Bracamonte un escudo cuartelado de piedra que creo que se puede asociar a la figura del VII conde, Bernardino Fernández de Velasco y Pimentel, fallecido en 1771, correspondiendo el primer cuartel al apellido Bracamonte, el segundo al apellido Dávila y el tercero al apellido Guzmán, los tres heredados de su padre; el cuarto cuartel contiene el apellido Pimentel, que era el de su madre. En el primer cuartel las armas de los Bracamonte aparecen con una bordura azur cargada de anclas que recuerdan que Robin de Bracquemont fue almirante de Castilla.
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