Bajo las imponentes pinturas del ábside principal de la iglesia de Santa María del Castillo en Madrigal de las Altas Torres —las de las santas mártires, ¿recordáis?— podemos ver unos restos de lo que parece que fue una antigua techumbre. Se trata de unas maderas que están a la altura de los ojos, ya que alguien, en un momento dado, decidió colocar este resto de armadura a modo de dintel de una puerta.
La decoración que podemos ver en el maderamen está compuesta por cuatro escudos: dos con el león púrpura en campo blanco del rey de león, un escudo cuartelado del rey de Castilla y de León y un águila negra explayada en campo blanco.
El félido como emblema parlante del reino de León apareció por primera vez en monedas acuñadas entre 1126 y 1157, durante el reinado del emperador Alfonso VII, lo que lo convierte en el emblema heráldico más antiguo de Europa. Luego adquirió el color púrpura que luce en esta miniatura del Tumbo A de la catedral del Santiago, en la cual se representa al rey Alfonso IX de León, que reinó entre 1188 y 1230.
Por otro lado, sabemos que el escudo cuartelado es una innovación heráldica nacida en estas tierras cuando el hijo de Alfonso IX, Fernando III, que era monarca de Castilla desde 1217, fue proclamado rey de León en 1230, todo gracias a los esfuerzos de su entregada madre, Berenguela de Castilla, que correinó con él hasta que la Grande falleció en 1246. Si contáramos solamente el cuartelado y los escudos con leones, no podríamos datar estas maderas, ya que todos los monarcas que sucedieron a Fernando III usaron estas mismas señales, pero tenemos la suerte de contar con esa águila negra, que podría indicarnos que esa techumbre se construyó durante el reinado de Fernando III o el de su hijo Alfonso X.
Fernando III de Castilla y de León en el Tumbo A de Santiago de Compostela.
La reina Berenguela la Grande, segunda esposa de Alfonso IX de León, junto a su hijo Fernando de Castilla y de León y su nieto el infante mayor Alfonso, futuro monarca X de su nombre y apodado el Sabio.
Porque el caso es que esa águila negra explayada en campo blanco se corresponde con la heráldica de los Hohenstaufen, la familia que reinaba en el Sacro Imperio Germánico y a la que pertenecía la primera esposa de Fernando III de Castilla y de León, la reina Beatriz de Suabia, que llegó aquí en 1219 y murió en la villa de Toro en 1235.
Los reyes Fernando III y Beatriz de Suabia inmortalizados en la catedral de Burgos.
Por cierto, el Museo de León atesora un bote de madera de forma globular decorado con los emblemas entrelazados del rey de Castilla y de la dinastía Hohenstaufen, que indudablemente evocan el matrimonio formado por Fernando III y Beatriz de Suabia. Llama la atención al respecto de esta pieza la ausencia de las armas del rey de León, lo que podría indicar que la misma se elaboró en el período comprendido entre los años 1220 y 1229, cuando la pareja todavía reinaba solamente en Castilla.
Otra posibilidad es que dicho bote, que parece ser que era un joyero, fuera propiedad del infante Felipe de Castilla (1231-1274), quinto hijo varón de la susodicha pareja, ya que sabemos que sus armas eran un cuartelado formado con el castillo de su padre y el águila negra de su madre.
Escudo de Felipe de Castilla y de Suabia volteado en el cortejo fúnebre que decora su sepulcro, que se puede admirar en la iglesia de la localidad palentina de Villalcázar de Sirga.
En la decoración de la techumbre del convento de Santa Clara de Salamanca también podemos ver otra águila explayada, esta vez en blanco, dado que está sobre un fondo negro, que, seguramente, representaba también a la reina Beatriz de Suabia.
Alfonso X el Sabio, hijo de Fernando III y la reina Beatriz de Suabia, le decicó a su madre la Cantiga de Santa María CCLVI. Aquí la vemos besando la figura de una virgen para rogarle la curación de una enfermedad.
Y en el convento de Santa Clara de Carrión de los Condes nos encontramos con otros restos de techumbre también decorados con el emblema de la reina Beatriz, en esta ocasión acompañado de leones, castillos y los lobos negros de la familia de los López de Haro. Ya hablaremos del porqué de la presencia de los cánidos en esas maderas otro día, ahora centrémonos en la reina consorte y en su águila.
Volviendo, para finalizar, al fragmento de techumbre que se conserva en Madrigal, lo único que me queda por decir es que, si la armadura no se decoró entre 1220 y 1235, los años en los que reinó como consorte Beatriz de Suabia en Castilla y en León, quizá se decorara en tiempos del reinado de su hijo Alfonso X, entre 1252 y 1284, ya que este monarca gustaba de mostrar como señales no solamente leones y castillos, sino también el águila explayada negra de su madre, siendo bien conocido que aspiró durante un tiempo a convertirse en emperador del Sacro Imperio Germánico.
Alfonso X de Castilla y de León, descendiente de los Borgoña de Castilla y de León, lo era también de los Plantagenet de Inglaterra y de los Hohenstaufen del Sacro Imperio Germánico, de ahí que en esta miniatura muestre el águila de su madre en el cetro.
Alfonso X en un mercado de los que él mismo reguló. Ilustración de José Luis García Morán para la exposición permanente ALBA MEDIEVAL - UNA HISTORIA DE LEONES Y CASTILLOS, que se puede visitar en la localidad salmantina de Alba de Tormes.
Miguel Ángel Martín Mas
No hay comentarios:
Publicar un comentario