Durante el reinado de Fernando II, y aún en el de su hijo Alfonso IX, la principal fábrica de moneda leonesa se encontraba en la ciudad de Salamanca. Así lo demuestra Antonio Roma Valdés en su completísima publicación sobre las emisiones monetarias leonesas y castellanas de la Edad Media, en la cual documenta un gran número de monederos, es decir, fabricantes de monedas, entre 1164 y 1237. Por otro lado, no se documentan monederos en las ciudades de León y Santiago de Compostela hasta bien entrado el siglo XIII y, además, algunos de ellos estuvieron antes trabajando en la ceca salmantina. Las monedas emitidas en Salamanca se denominaban salamanqueses, terminología que se utilizaría aún durante el reinado de Sancho IV de Castilla y de León (1284-1295).
Iluminación de Nicolò di Giacomo di Nascimbene, conocido como Nicolò da Bologna. Italia, Bolonia, ca. 1394–95. The Morgan Library & Museum, MS M.1056, fol. 1v.
Privilegio rodado de Fernando II de León junto a su hijo Alfonso concediendo al obispo y al cabildo de Salamanca la tercera parte de la moneda de oro y plata acuñada en dicha ciudad. 27 de octubre de 1186. Fuente: Archivo de la Catedral.
Los salamanqueses más relevantes eran los morabetinos, acuñados en oro, y las monedas de vellón, fabricadas con una aleación de cobre y plata. Lo cierto es que la falta de signos que indiquen origen geográfico de las monedas hace difícil saber si las que nos han llegado con iconografía de la monarquía leonesa se emitieron en la ciudad de León o en la de Salamanca. En todo caso, hay dos monedas en concreto de cuyo origen salmantino no cabe duda, ya que en ellas aparece un puente que se identifica con nuestro puente romano.
La primera de ellas es una acuñación de vellón de Fernando II de León a la que Antonio Orol Pernas dedicó el artículo "Dineros salamanqueses de Fernando II de León". En el anverso aparece el busto del rey acompañado de espada y cruz sobre astil y colocado sobre un puente. En el reverso aparece una cruz patada y alrededor la leyenda FERNANDO REX. Ambos, anverso y reverso son muy similares a los de la moneda de Alfonso VIII de Castilla en la que el rostro del rey aparece por encima de un castillo. Todo parece indicar, entonces, que el sobrino castellano copió al tío leonés.
La otra moneda identificada como salamanquesa está considerada como una de las más bonitas entre las conservadas de este período. Se trata del morabetino salmantino de Alfonso IX de León, que muestra en el anverso al monarca con los mismos atributos que ya había lucido su padre, Fernando II, y en el reverso un precioso león sobre un puente, que recuerda al toro sobre el puente que aún hoy luce el escudo de la capital charra.
Las monedas eran una forma de propaganda de la imagen regia, pero también una manera de conseguir financiación para quien ostentaba el privilegio de acuñación, que no era otro que el monarca. Dichos ingresos se obtenían al ordenar el rey a conversión de todas las monedas viejas o de las extranjeras en monedas nuevas, declarando ilegales las no convertidas y ordenando su retirada del mercado. Cuando las monedas se llevaban a la ceca para cambiarlas por otras de curso legal, el propietario recibía una cantidad de monedas menor a la entregada o fabricadas con una aleación de peor calidad, con lo que se obtenía un beneficio que el rey entregaba a los monederos y, a veces, a instituciones eclesiásticas. De hecho, el archivo catedralicio de Salamanca conserva tres documentos muy interesantes en los que los monarcas ceden a la catedral una parte de los beneficios de la moneda emitida en la ciudad:
- El primero es de Alfonso VII y su consorte, Berenguela de Barcelona, data de 1137 y por medio del mismo donan al obispo de Salamanca la tercia de la moneda de la ciudad.
- El segundo data de 1167, es de Fernando II y confirma al obispo de Salamanca las donaciones que hicieron Alfonso VI, el conde Raimundo de Borgoña y Alfonso VII de la tercera parte de la moneda de la ciudad.
- El último es un privilegio rodado de Fernando II emitido en 1186 por el que el monarca concede, juntamente con su hijo Alfonso, al que ya denomina rey, al obispo y al cabildo de Salamanca la tercera parte de la moneda de oro y plata acuñada en dicha ciudad, autorizándoles, además, a poner recaudadores de dicha moneda.
Carecemos de información acerca de posibles donaciones de beneficios con finalidades civiles, pero hay autores que interpretan que cuando en una moneda aparecía una determinada obra arquitectónica, era para indicar que los beneficios obtenidos por medio de su emisión estaban adscritos a la financiación de dicha obra. Así las cosas, nos preguntamos si el hecho de que el puente romano aparezca en las monedas de Fernando II y Alfonso IX, tiene que ver con que sus beneficios estuvieran dedicados a financiar alguna de las múltiples reconstrucciones que hubo que hacer ante las destructivas crecidas del Tormes.
Charo García de Arriba
No hay comentarios:
Publicar un comentario