viernes, 28 de marzo de 2025

Nuestro escudo municipal y la meaja salamanquesa

Al finalizar la entrada anterior os preguntábamos si los leones afrontados del anverso de la moneda conocida como meaja salamanquesa os resultaban familiares. Es probable que vuestra respuesta fuera sí, ya que en el escudo de la ciudad de Salamanca aparecen los mismos félidos dispuestos de la misma manera, concretamente en su parte superior, que se denomina en términos heráldicos "mantelado" y cuya función es crear un vértice entre las particiones derecha e izquierda del blasón.


Diseño del escudo de Salamanca vigente desde el año 1996. Ilustración de José Moreiro Píriz.

Pero el caso es que hasta el momento nadie ha sido capaz de documentar cuándo y por qué dichos leones se incorporaron a la heráldica municipal, consolidada a lo largo de la Edad Moderna, a caballo entre los siglos XVI y XVII. Por lo que a nosotros respecta, el hecho de que el más importante emblema institucional de nuestra ciudad incorpore dos leones afrontados tiene que tener que ver, de una forma u otra, con la iconografía asentada en la realeza leonesa desde los tiempos en los que el emperador Alfonso VII decidió repartir sus dominios entre sus dos hijos, dando el reino de León a Fernando II y creando un reino de Castilla para Sancho III. Una iconografía que, como hemos visto en las entradas anteriores de este Blog, tuvo su reflejo en las monedas acuñadas en esa época.

Infante Sancho. Salamanca. Meaja Salamanquesa. 1283. Momeca 40.



Recreación del anverso de la meaja salamanquesa por José Moreiro Píriz. 

Cierto es que, si comparamos moneda y escudo municipal, los leones del blasón carecen del árbol que aparece en la meaja, pero, ¿falta o está descolocado? Porque lo cierto es que en el escudo de Salamanca hay un árbol, pero ubicado en la partición derecha, la cual tiene su origen en el sello medieval del concejo de Salamanca. Ahora bien, los ejemplares más antiguos de dicho sello que nos han llegado contienen únicamente el toro sobre el puente, no hay ni rastro del árbol, sobre el que se ha discutido si es real o simbólico, o incluso si es encina o higuera. Por otro lado, dicho elemento vegetal apareció y desapareció de la emblemática municipal a partir del siglo XVI y no se consolidó definitivamente hasta el siglo XVII, sucediendo lo mismo con los félidos y el mantelado que los contiene. Es por ello que nos parece posible que ambos elementos, el vegetal y el animal, tuvieran un mismo origen, que sería la iconografía de los leones afrontados al árbol crucífero que aparece en las monedas acuñadas en el reino de León durante los siglos XII y XIII.

Bajo esta perspectiva, todo parece apuntar a que el escudo de nuestra ciudad llegó a ser lo que es haciendo una composición con tres emblemas que ya existían en el siglo XIII:

- El sello del concejo salmantino, compuesto de toro y puente, y del que, según el profesor Julio González, el ejemplar más antiguo que se conoce está datado en 1299.


Sello del concejo de Salamanca. 1319. Imagen tomada de Llopis Llopis, S. (1974).



Sello del concejo de Salamanca. 1421. Imagen tomada de Llopis Llopis, S. (1974).



Reconstrucción del sello concejil de Salamanca por José Moreiro Píriz.

- El emblema de los palos de oro y gules con bordura azul cargada de cruces, icono que ya estaba pintado a medidados del siglo XIII en el arrocabe de la techumbre de la iglesia del convento de santa Clara Salamanca. No tenemos certeza al respecto de a quién representaba, pero eso no importa ahora, ya que nos vale con saber que antes de que la nobleza, incluidos los Rodríguez de las Varillas, empleara los emblemas heráldicos, éste en concreto ya estaba ligado, de un modo u otro, a la ciudad de Salamanca.




- Los dos leones afrontados a un árbol con los que en tiempos de Alfonso VII de León se representó a sus dos sucesores legítimos. Un emblema que se incorporó en 1283 a la única moneda cuyo nombre hace referencia a nuestra ciudad: la meaja salamanquesa.


Dicho lo cual, no seremos nosotros los que nos atrevamos a proponer que el árbol se coloque ahora en el mantelado, ya que, pasados cuatro siglos, es muy posible que éste haya echado raíces en los basamentos del puente romano y sea imprudente transplantarlo. Ahora bien, por justicia histórica, porque no cabe duda de que son una referencia al reino de León, creemos que sí debería valorarse seriamente la posibilidad de que los leones de nuestro escudo dejaran de ser color "natural" para pasar a ser de color púrpura, algo que ya propuso con poca fortuna Salvador Llopis en el año 1974. De hecho, tanto en el escudo de España como en el de la comunidad autónoma de Castilla y León los leones del reino de León pasaron del rojo al púrpura en 1981 y en 1983 respectivamente, recuperándose así el tono original, que se había perdido en el siglo XVI. 

En el caso de Salamanca la modificación del tono de estos dos leones afrontados en el escudo municipal adquiere una especial relevancia, ya que la razón para ello está especialmente documentada. Hablamos de que esta ciudad conserva un monumento heráldico medieval único y policromado que, curiosamente, contiene catorce parejas de leones afrontados de color púrpura. Se trata de la techumbre de la iglesia del convento de Santa Clara, construida y decorada en el siglo XIII y donde, según nuestra interpretación, se representa la sucesión de los reinos de León y de Castilla por medio de una especie de árbol genealógico heráldico desplegado a lo largo de los arrocabes laterales. Además, algunos emblemas de dicha techumbre nos permiten observar cómo en el momento de su decoración se diferenciaba claramente entre el color púrpura de los leones del reino de León y el rojo, el gules heráldico, que se observa, por ejemplo, en el campo del emblema castellano. Como decíamos, en esta magnífica y original obra de arte cada una de las tabicas inferiores del arrocabe está enmarcada por dos leones afrontados de tono púrpura, una iconografía que, en nuestra opinión, guarda un claro paralelismo con la que aparece en la meaja salamanquesa. De hecho, creemos que si en las monedas los dos leones (herederos legítimos) aparecen al pie del árbol genealógico de Cristo/monarquía, en la techumbre los dos félidos custodian cada una de las ramas de la descendencia regia que se van sucediendo a lo largo del arrocabe.


En fin, que consideramos que el color de los leones afrontados del mantelado del escudo de armas salmantino debería corregirse, puesto que el tono "natural" que lucen actualmente carece de sostén histórico y documental que lo respalde.

Como tenemos la fortuna de tener por amigo a don José Moreiro Pïriz, heraldista y experto en la heráldica municipal de nuestra ciudad, os podemos presentar una posible nueva composición de nuestro escudo municipal y, además, otra que muestra el escudo actual con los leonés en color púrpura. ¿Qué os parecen? 



Y, por cierto, para terminar, llevamos ya casi treinta años con las particiones de nuestro bello escudo municipal colocadas al revés, probablemente por un error cometido en su día, ya que el caso es que nunca se explicó por qué se hizo tal cosa. Quizá sea hora de plantearse enmendar también este otro desaguisado.


Escudo de Salamanca tallado en el Arca de los Fueros (siglo XVII) que se encuentra en el Salón de Recepciones del Ayuntamiento de Salamanca. Ilustración de José Moreiro Píriz.

Charo García de Arriba
Miguel Ángel Martín Mas

 

FUENTES

Las mencionadas en las entradas anteriores sobre la casa de la moneda salamanquesa y, además:

- Gómez-Moreno Martínez, M. (1904). Sellos céreos salmantinos. Revista de archivos, bibliotecas y museos. Año VIII. Tomo X. Madrid. Imprenta de la propia revista. Págs. 50-54.

- González González, J. (1945) Los sellos concejiles de España en la Edad Media. Hispania: Revista española de historia. Nº 20. Págs. 339-382.

- Llopis Llopis, S. (1974). El escudo de armas de Salamanca y color de su bandera. Salamanca. Imprenta Ortega.

lunes, 24 de marzo de 2025

La casa de la moneda salamanquesa - Parte 3 - La meaja salamanquesa

Una costumbre muy extendida entre las monarquías medievales fue la de proclamar monarca al heredero en vida de su antecesor. Se intentaba así evitar disputas sucesorias una vez que le llegara la muerte al rey padre. De este modo lo hizo el rey Alfonso VII de León, que otorgó en vida la dignidad de reyes a sus hijos Sancho y Fernando. Buscaba, por esta vía, resolver cualquier cuestionamiento futuro al respecto de su polémica decisión de convertir sus dominios en dos reinos, el  de León y el de Castilla. Además, desde el momento de su proclamación como reyes sus hijos se convertían en monarcas vasallos, con lo que Alfonso VII consolidaba así su posición como emperador.


Alfonso VII de León con su esposa Berenguela de Barcelona y sus hijos Fernando y Sancho hacia 1140. Ilustración de José Luis García Morán para la exposición permanente ALBA MEDIEVAL. UNA HISTORIA DE LEONES Y CASTILLOS (Alba de Tormes).

Ya hemos comentado en las dos entradas anteriores dedicadas a la casa de la moneda salamanquesa que el reducido espacio que ofrecía la superficie de las monedas era aprovechado para plasmar mensajes de promoción de la monarquía, a poder ser, incorporando, además, algún elemento religioso que consagrara aun más la figura real. Por ejemplo, cuando Alfonso VII incorporó el símbolo del león a su emblemática, estaba adoptando un emblema parlante que hacía referencia al nombre de su reino, pero, al mismo tiempo, el Emperador buscaba una legitimación divina de su mandato, haciendo uso para ello de un icono que aparece en el libro sagrado del cristianismo, ya que, en efecto, según la Biblia, Cristo es el león de Judá. Así las cosas, sabemos que Alfonso VII decidió incorporar el emblema del félido en sus monedas desde, al menos, el año 1147.

Ahora bien, en sus últimos años de vida, entre 1155 y 1157, cuando el monarca ya ha tomado la decisión de entregar un reino a cada uno de sus dos hijos, el mensaje que se desea lanzar debe ser modificado, puesto que ahora precisa legitimar a sus dos herederos en una posición de igualdad. Es por esta razón por la que se comenzará a acuñar dos leones en el anverso de sus monedas, normalmente afrontados a un árbol crucífero, es decir, rematado en una cruz griega, aunque en alguna ocasión veremos dos cuerpos de león que se funden en una sola cabeza. 


Dinero. Meaja. Entre 1155 y 1157. Momeca 16.1.

Momeca 16.1. Recreación de don José Moreiro Píriz.

Reflejará así, según Antonio Roma Valdés, la dualidad de su imperio leonés dividido entre sus dos hijos, añadiendo un trasfondo religioso a la polémica sucesión que preparaba, tratando de dejar claro que, desde ese momento, los leones legítimos eran dos. En cuanto al árbol que sirve de eje central en muchas de estas monedas, se trata, de nuevo, de un elemento con una importante carga religiosa. En el cristianismo dicho árbol es fruto de la confluencia de las referencias bíblicas al Árbol de la Vida, el Árbol de Jesé, es decir, la genealogía de Cristo, y al árbol que fue el instrumento de la crucifixión. Estos tres conceptos se fusionan en el árbol crucífero,  que se remata en su parte superior con el signo de Cristo y su resurrección.


Dinero. Meaja. Entre 1155 y 1157. Momeca 16.2.



 Dinero. Meaja. Entre 1155 y 1157. Momeca 16.3.




Dinero. Meaja. Entre 1155 y 1157. Momeca 16.4.


La representación de una pareja de leones afrontados a un árbol que hace de eje de simetría fue muy común durante el Románico, una imagen que parece que tuvo su origen en tejidos suntuarios y que aparece en no pocos capiteles de edificios construídos durante dicho estilo artístico. De todas formas, lo realmente significativo para nosotros es que Alfonso VII lo incorporó a su incipiente emblemática regia como significante con el que transmitir un significado: la legitimidad para reinar de sus dos herederos. Es más, en la iconografía leonesa este emblema quedará asentado y no sólo aparecerá en las monedas, sino también en otros lugares tales como el sepulcro atribuido a Urraca de Portugal, madre de Alfonso IX y primera esposa de Fernando II de León, localizado en la iglesia zamorana de la Magdalena. Debemos pensar que, por aquel entonces, Castilla, como reino recién nacido que era, carecía de emblema heráldico propio, por lo que probablemente en la mente de Alfonso VII su imperio leonés se estaba dividendo entre dos cachorros de león. Llegados a este punto, quizá no sea una locura pensar que esos dos félidos afrontados al árbol crucífero son la primera representación conjunta de los reinos de León y de Castilla, un representación precursora del escudo cuartelado de castillos y leones, nacido en 1230, cuando Fernando III fue proclamado rey de León, habiéndolo sido también de Castilla desde 1217.


Capitel en la Catedral Vieja de Salamanca.


Detalle del sepulcro atribuido a Urraca de Portugal. 

Pero el caso es que aquellos dos leones cobijados bajo la sombra del mismo árbol no tardaron mucho en estar abiertamente enfrentados. Apenas faltó el padre, los hermanos Sancho III de Castilla y Fernando II de León comenzaron a estar a la greña. Las desavenencias se perpetuaron durante el reinado de Fernando II en León y de su sobrino Alfonso VIII en Castilla y, fallecido el primero en 1188, según nos cuenta el cronista Lucas de Tuy, Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León, primos carnales, se enfrentaron como dos “ferocísimos leones”, lo cual nos evoca irremediablemente a los félidos de las monedas.

Aquel crudo enfrentamiento tuvo su fin, al menos temporalmente, cuando en 1197 Alfonso IX contrajo matrimonio con la infanta Berenguela de Castilla. Con este enlace se buscaba un heredero común que trajera la paz a los dos reinos. Pues bien, precisamente por la época en la que se contrae dicho matrimonio y comienza a nacer descendencia común, en torno al año 1200, Alfonso IX volverá a emitir una moneda con la iconografía de los dos félidos y el árbol. No le faltaban motivos, la sangre de los dos leones descendientes de Alfonso VII volvía a unirse, la paz había llegado y los reyes de León y Castilla se cobijaban de nuevo bajo el árbol común de la cristiandad; no en vano, los cronistas de la época hacen hincapié en el disgusto que dicho el matrimonio entre los andalusíes, conscientes de que la paz entre los primos suponía que ambos dirigirían su ardor guerrero hacia el sur.

Alfonso IX. Dinero. Hacia 1200. Momeca 24.

            Momeca 24. Recreación de don José Moreiro Píriz.

Pero, para la historia de Salamanca, esas monedas de leones afrontados seguirían siendo importantes años después. Tras Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León reinaría en ambos reinos Fernando III y, después de él, vendría su hijo Alfonso X el Sabio. Al final de su reinado este último monarca tuvo que hacer frente a las desavenencias con su hijo Sancho, que terminó por arrebatarle el poder en un histórico juicio-asamblea celebrado en Valladolid en abril de 1282. Una de las medidas más llamativas de esa reunión tenía un trasfondo nostálgico-romántico: regresar al sistema monetario del bisabuelo Alfonso IX y del abuelo Fernando III, ordenando la emisión de monedas diferente para los reinos de León y de Castilla, recuperando, entre otras, los salamanqueses. Aquella medida no es que tuviera mucho éxito, la verdad, ya que la nostalgia no suele ser más importante que el dinero y los financieros burgaleses se opusieron a ella. Sin embargo, años después, concretamente en 1288, el ya rey Sancho IV reconocería la validez para el curso legal de la única moneda que llegó a emitirse en ejecución de aquella orden: la meaja salamanquesa, una moneda que, al ser fruto de la nostalgia, recuperaba en su anverso la iconografía de las monedas del último periodo de Alfonso VII, los leones afrontados al árbol crucífero en el anverso. En su reverso la meaja salamanquesa lucía una cruz con la leyenda: MONETA LEGIONIS, es decir, moneda de los leoneses. Esta pequeña moneda, del tamaño de un céntimo de euro, pero de canto más delgado, es de gran importancia para Salamanca, ya que puede que sea la única moneda de la historia que llevó en su denominación el nombre de nuestra ciudad.

Infante Sancho. Salamanca. Meaja Salamanquesa. 1283. Momeca 40


Momeca 40. Meaja salamanquesa. Recreación de don José Moreiro Píriz.


Queremos terminar agradeciendo a don José Moreiro Píriz la recreación e interpretación de las monedas que mostramos en esta entrada. A él, heraldista entusiasta, le dedicamos esta entrada y la que viene, porque resulta que esos dos leones afrontados nos resultan bastante familiares de verlos por ahí. ¿No os pasa lo mismo a vosotros?

Charo García de Arriba

FUENTES

Las mencionadas en las entradas anteriores sobre la casa de la moneda salamanquesa y, además:

- Cafferata, M.S. (2022). El árbol de la vida. Reflexiones sobre algunas obras de arte cristianas. Actas de las XVII Jornadas de Filosofía Medieval. Centro de Estudios Eugenio Pucciarelli. Academia Nacional de Ciencia de Buenos Aires.Sección Filosofía Medieval. Disponible en:

https://www.academia.edu/103510841/EL_%C3%81RBOL_DE_LA_VIDA_Reflexiones_sobre_algunas_obras_de_arte_cristianas el 23/03/2025.

- García García, F.A. (2009). El león. Revista Digital de Iconografía Medieval. Vol. I. Nº 2. Madrid. Universidad Complutense de Madrid. Págs. 33-46.

- González Jiménez, M. (2004). Alfonso X el Sabio (2ª edición 2021). Sevilla. Editorial Universidad de Sevilla.

- Ibáñez Artica, M. (2016). Origen del “árbol crucífero” en las primeras emisiones monetarias de los reinos de Aragón y Pamplona. Nvmisma. Revista de estudios numismáticos.Año LXVI. Núm. 260. Enero - Diciembre. Págs. 91-104.

- Mamzarbeitia Valle, S. (2009). El árbol de Jesé. Revista Digital de Iconografía Medieval. Vol. I. Nº 2. Madrid. Universidad Complutense de Madrid. Págs. 1-8.

- Mateu Llopis, F. (1969). El "arbor ad modum floris" en dineros de Cataluña, Navarra, Aragón y Valencia, siglos X a XIII. Pamplona. Príncipe de Viana. Año nº 30. Nº 116-117. Págs. 245-254.

- Rubert, F. (2020). La Cruz de Sancho Abarca y el árbol cruciforme de las monedas navarro-aragonesas. Logroño. Berceo. Nº 178. Págs. 161-182.

miércoles, 19 de marzo de 2025

La casa de la moneda salamanquesa - Parte 2

Durante el reinado de Fernando II, y aún en el de su hijo Alfonso IX, la principal fábrica de moneda leonesa se encontraba en la ciudad de Salamanca. Así lo demuestra Antonio Roma Valdés en su completísima publicación sobre las emisiones monetarias leonesas y castellanas de la Edad Media, en la cual documenta un gran número de monederos, es decir, fabricantes de monedas, entre 1164 y 1237. Por otro lado, no se documentan monederos en las ciudades de León y Santiago de Compostela hasta bien entrado el siglo XIII y, además, algunos de ellos estuvieron antes trabajando en la ceca salmantina. Las monedas emitidas en Salamanca se denominaban salamanqueses, terminología que se utilizaría aún durante el reinado de Sancho IV de Castilla y de León (1284-1295).


Iluminación de Nicolò di Giacomo di Nascimbene, conocido como Nicolò da Bologna. Italia, Bolonia, ca. 1394–95. The Morgan Library & Museum, MS M.1056, fol. 1v.

No sabemos dónde se encontraba exactamente la casa de la moneda salmantina, pero en documentos catedralicios se nombra en varias ocasiones la calle de la Moneda y, por las referencias que se citan en esos documentos, Antonio Roma Valdés ofrece dos posibles ubicaciones; una cerca de la calle Concejo, al lado de la Plaza Mayor, y la otra por la zona de la desaparecida iglesia de San Pedro, junto a la judería, que tenía su calle principal en el solar que los salmantinos conocemos como los restos del Botánico. El único rastro que nos queda de los monederos salmantinos es un capitel del claustro de la Catedral Vieja en el que se representa un escena de acuñación. Quizá fuera sufragado por este gremio o lo mismo fue una muestra de agradecimiento del obispo por los beneficios que le reportó para la construcción de la seo la fabricación de dinero.



Privilegio rodado de Fernando II de León junto a su hijo Alfonso concediendo al obispo y al cabildo de Salamanca la tercera parte de la moneda de oro y plata acuñada en dicha ciudad. 27 de octubre de 1186. Fuente: Archivo de la Catedral.

Los salamanqueses más relevantes eran los morabetinos, acuñados en oro, y las monedas de vellón, fabricadas con una aleación de cobre y plata. Lo cierto es que la falta de signos que indiquen origen geográfico de las monedas hace difícil saber si las que nos han llegado con iconografía de la monarquía leonesa se emitieron en la ciudad de León o en la de Salamanca. En todo caso, hay dos monedas en concreto de cuyo origen salmantino no cabe duda, ya que en ellas aparece un puente que se identifica con nuestro puente romano.

La primera de ellas es una acuñación de vellón de Fernando II de León a la que Antonio Orol Pernas dedicó el artículo "Dineros salamanqueses de Fernando II de León". En el anverso aparece el busto del rey acompañado de espada y cruz sobre astil y colocado sobre un puente. En el reverso aparece una cruz patada y alrededor la leyenda FERNANDO REX. Ambos, anverso y reverso son muy similares a los de la moneda de Alfonso VIII de Castilla en la que el rostro del rey aparece por encima de un castillo. Todo parece indicar, entonces, que el sobrino castellano copió al tío leonés.

 Fernando II. Salamanca. Dinero. Entre 1180 y 1188. Momeca 19.16 (Fernando II - series reales). Momeca 19.16.


 Alfonso VIII. Dinero. Entre 1174 y 1190. Momeca 29.2.

La otra moneda identificada como salamanquesa está considerada como una de las más bonitas entre las conservadas de este período. Se trata del morabetino salmantino de Alfonso IX de León, que muestra en el anverso al monarca con los mismos atributos que ya había lucido su padre, Fernando II, y en el reverso un precioso león sobre un puente, que recuerda al toro sobre el puente que aún hoy luce el escudo de la capital charra.


Alfonso IX. Salamanca. Morabetino. Hacia 1193. Momeca 23.


Las monedas eran una forma de propaganda de la imagen regia, pero también una manera de conseguir financiación para quien ostentaba el privilegio de acuñación, que no era otro que el monarca. Dichos ingresos se obtenían al ordenar el rey a conversión de todas las monedas viejas o de las extranjeras en monedas nuevas, declarando ilegales las no convertidas y ordenando su retirada del mercado. Cuando las monedas se llevaban a la ceca para cambiarlas por otras de curso legal, el propietario recibía una cantidad de monedas menor  a la entregada o fabricadas con una aleación de peor calidad, con lo que se obtenía un beneficio que el rey entregaba a los monederos y, a veces, a instituciones eclesiásticas. De hecho, el archivo catedralicio de Salamanca conserva tres documentos muy interesantes en los que los monarcas ceden a la catedral una parte de los beneficios de la moneda emitida en la ciudad:

- El primero es de Alfonso VII y su consorte, Berenguela de Barcelona, data de 1137 y por medio del mismo donan al obispo de Salamanca la tercia de la moneda de la ciudad.

- El segundo data de 1167, es de Fernando II y confirma al obispo de Salamanca las donaciones que hicieron Alfonso VI, el conde Raimundo de Borgoña y Alfonso VII de la tercera parte de la moneda de la ciudad.

- El último es un privilegio rodado de Fernando II emitido en 1186 por el que el monarca concede, juntamente con su hijo Alfonso, al que ya denomina rey, al obispo y al cabildo de Salamanca la tercera parte de la moneda de oro y plata acuñada en dicha ciudad, autorizándoles, además, a poner recaudadores de dicha moneda.

Carecemos de información acerca de posibles donaciones de beneficios con finalidades civiles, pero hay autores que interpretan que cuando en una moneda aparecía una determinada obra arquitectónica, era para indicar que los beneficios obtenidos por medio de su emisión estaban adscritos a la financiación de dicha obra. Así las cosas, nos preguntamos si el hecho de que el puente romano aparezca en las monedas de Fernando II y Alfonso IX, tiene que ver con que sus beneficios estuvieran dedicados a financiar alguna de las múltiples reconstrucciones que hubo que hacer ante las destructivas crecidas del Tormes.

Charo García de Arriba

La casa de la moneda salamanquesa - Parte 1

Por muy sorprendente que parezca, el caso es que los reinos cristianos medievales hispánicos tardaron mucho en emitir moneda propia, ya que el sistema monetario que emplearon durante siglos fue el propio de Al-Ándalus. Parece ser que entre el fragor de las batallas y el avance y retroceso continuo de las fronteras los monarcas no encontraban el momento para dedicarse a un asunto que afectaba más a la imagen institucional que al día a día de sus súbditos. Por si esto fuera poco, una vez adoptado un sistema propio por parte de los cristianos, la circulación de moneda andalusí entre la cristiandad no sólo no desapareció, sino que se fue haciendo cada vez más común a consecuencia del botín obtenido tras las victorias de leoneses, castellanos, portugueses, navarros y aragoneses en su lucha contra los musulmanes. Además, llegó un momento, sobre todo a partir del reinado de Fernando I de León, en el que los andalusíes comenzaron a pagar impuestos, conocidos como parias, a los belicosos reyes leoneses para así tratar de contenerles en su avance hacia el sur.


Monederos en la portada de la iglesia de Santiago en Carrión de los Condes (Palencia). El de la izquierda está cortando con unas tenazas el metal en la forma y tamaño necesarios para que el de la derecha le estampe el cuño.

La moneda andalusí más importante era el dinar, pero cuando los almorávides de la península ibérica comenzaron a acuñarlo en oro, los cristianos le dieron el nombre de morabetino, denominación derivada del nombre de estos guerreros procedentes del Sáhara. Siglos después, del morabetino procedería el nombre de la que fue la principal moneda cristiana durante muchos siglos, el maravedí, pero para eso faltaban todavía muchos años.



Monedero acuñando en una de las ilustraciones del Libro del Axedrez, dados y tablas de Alfonso X el Sabio. 

Las primeras monedas propias del reino de León aparecieron a partir del año 1085, cuando se conquistó Toledo y Alfonso VI quiso hacer lo que hoy llamaríamos una edición conmemorativa de dicho acontecimiento histórico. Se trataba de series limitadas de monedas que mantuvieron la denominación de morabetinos y que hoy sólo están al alcance de los coleccionistas más pudientes. Así, limitadas, fueron también en gran parte las emisiones de su hija Urraca I de León y de su nieto el emperador Alfonso VII. Este último amplió las emisiones, pero el sistema andalusí seguía siendo el principal y la timidez monetaria cristiana no permite hablar aún de un sistema monetario autónomo. Esto último ocurrió por fin durante el reinado de Fernando II de León, concretamente entre 1157 y 1168, cuando dicho monarca logró convertir el morabetino de tipología cristiana en la unidad áurea del reino de León, lo que poco después se imitaría en el reino de Castilla, donde Alfonso VIII comenzó a acuñar moneda castellana con una iconografía similar a la de la emitida por su tío. A pesar de ello, los sistemas monetarios leonés y castellano mantendrían diferencias incluso aún después de 1230, cuando Fernando III se convirtió en rey de los dos reinos, acabándose éstas a partir del reinado de Fernando IV de Castilla y de León (1295-1312).

Como ya hemos anticipado, la decisión de emitir moneda propia llevaba inherente una intencionalidad de promoción del monarca que hacía uso de ese derecho. Es precisamente por esta razón por la que en el anverso de las monedas leoneses aparecía la efigie de un monarca acompañada de atributos tales como la espada y la cruz sobre astil. En el reverso siempre la cruz, emblema cristiano y de reconquista por excelencia, con variados diseños. Así las cosas, las monedas, junto a los sellos y los signos rodados que aparecen en los documentos reales, fueron los primeros soportes que reflejaron los emblemas heráldicos que por aquel entonces comenzaban a surgir, tales como los emblemas parlantes del león o el castillo.


Fernando II de León. Dinero. Entre 1180 y 1188. Momeca 19.14.



Pesa para morabetinos de Fernando II/Alfonso IX de León. Principios del siglo XIII. Momeca 21.2.

Los encargados de fabricar monedas eran conocidos como monederos, artesanos que trabajaban en una ceca o casa de moneda. Los entalladores eran los encargados de labrar los cuños que, a golpe de martillo, dejaban su impronta en el metal hasta que, por desgaste, era necesario labrar uno nuevo para poder seguir acuñando. Lo cierto es que es una delicia poder contemplar aún hoy en día las efigies de los monarcas que aparecen en esas primeras monedas, ya que en ocasiones son tan esquemáticas que recuerdan a esos primeros retratos que hacíamos de niños, los que nacían del dicho "con un seis y un cuatro hago la cara de tu retrato", aunque nosotros preferimos quedarnos con la versión que se oía en los hogares leoneses: "con un seis y un cuatro hago la cara del tío maragato", que además nos cuadra mejor para hablar de las representaciones de Fernando II de León en las monedas acuñadas durante su reinado. 

Alfonso VIII de Castilla. Dinero. A partir de 1190. Momeca 31.


Fernando II de León. Salamanca o León. Morabetino. Entre 1180 y 1188. Momeca 21.1.


 Charo García de Arriba

FUENTES:

- De Francisco Olmos, J. M. (2002). El nacimiento de la moneda en Castilla. De la moneda prestada a la moneda propia”. En Ángel Riesco Terrero (coord.), I Jornadas Científicas sobre Documentación jurídico-administrativa, económico-financiera y judicial del reino castellano-leonés (siglos X-XIII). Madrid. Universidad Complutense de Madrid. Págs. 303-346.

- Figuerola, M. (1998). Moneta Legionis. Del denario al Euro en el museo de León. Valladolid. Junta de Castilla y León.

- Roma Valdés, A. (2010). Emisiones monetarias leonesas y castellanas de la Edad Media. Textos de Numismática. Número 2. Morabetino.es.

 - Roma Valdés, A. (2013). Románico y gótico en la moneda de Castilla y León. Morabetino.es.

- Oriol Pernas. A. (1992). Dineros salamanqueses de Fernando II de León. Numisma. Revista de Estudios Numismáticos. Año XLII. Núm 231. Julio-diciembre. Págs. 127-134.

https://numismaticamedieval.wordpress.com/2012/06/09/comentarios-a-las-monedas-medievales-de-subastas-vico-de-26-de-junio-de-2012-iii-parte/

https://www.petrifyingwealth.eu/2019/12/13/acunar-monedas-financiar-construcciones-dos-caras-de-la-riqueza-en-la-cultura-medieval/

https://monedamedieval.es/la-propiedad-de-la-moneda-y-el-derecho-a-acunar

- Las imágenes de sus monedas y sus referencias numéricas están tomadas de: Roma Valdés, A., (2020). Moneda medieval. http://www.monedasmedieval.es

sábado, 15 de marzo de 2025

La reina de las iglesias

Existe en Salamanca un humilde templo románico que da sopas con honda al hermosísimo Gótico, al pretencioso Renacimiento y, desde luego, al ridículo Barroco. Hablamos, sin duda, de la iglesia de Santo Tomás Cantuariense. 


Acuarela de Paqui González del Castillo.

Os recordamos que la expresión “sopas con honda” se refiere a la pericia que tiene alguien a la hora de lanzar una piedra con una honda y acertar de pleno. Nada que ver con la sopa de fideos ni con las ondas sobre el agua, sino con la historia de David y Goliat y con los cantos rodados, también conocidos como sopas.


A algunos les gustaría que esta sencilla construcción fuera un simple decorado, como decoración dicen que es la heráldica que luce desde hace casi ochocientos años la techumbre de la iglesia del convento de Santa Clara, que, por cierto, está a tiro de piedra de la iglesia.


Pero la chova piquirroja, ave asociada de forma legendaria al santo de Canterbury, nos anuncia que ahí hay algo más que decoración, sobre todo porque ésta está íntimamente enlazada con el castillo, emblema del rey Alfonso VIII de Castilla.


Un búho sabio nos advierte de que esta iglesia no fue construida en 1175 por dos hermanos supuestamente ingleses, sino en los albores del siglo XIII, en un tiempo en el que una infanta castellana era reina consorte de León.


Berenguela se llamaba y la Grande la llamaron. Casualidad de las casualidades, fue ella la que introdujo en este reino el culto al santo inglés y la que amparó a las Damianitas, que con el tiempo serían conocidas como las Clarisas. 


Ilustración de José Luis García Morán para la exposición "Alba Medieval, una historia de leones y castillos".

En el interior del templo el cielo es una bóveda de estilo Plantagenet. Otra casualidad, ya que Berenguela era hija de Alfonso VIII y Leonor Plantagenet y, además, esta variante de la arquitectura gótica clásica nació en los dominios de su abuela Leonor de Aquitania.


Bóvedas de este estilo también las hay en la Catedral Vieja de Salamanca, edificio en plena construcción cuando Berenguela fue tenente de la ciudad del Tormes. Y qué decir de esa Torre del Gallo, que tanto recuerda a los campanarios aquitanos del Poitou de la abuela Leonor.



Cuatro caras nos miran enfadas, no les ha gustado que nos hayamos ido por las ramas. Quieren que volvamos a la esencia del asunto: la reina, el santo y la iglesia. Dice el reverendo Legidos que puede que sean la tierra, el agua, el aire y el fuego y, por encima de ellas, el éter.





En el ábside principal por fin nos encontramos con santo Tomás de Canterbury, el que fuera gran amigo del rey Enrique II de Inglaterra, el abuelo materno de Berenguela. Sobre el ropaje del arzobispo creemos ver unas aves negras en vuelo…


Un bello capitel con el clásico motivo del caballero cristiano en un lance con un musulmán nos recuerda que la abuela materna de Berenguela, Leonor de Aquitania, y su tío Ricardo Corazón de León participaron en la Cruzadas.


Aunque para caballero cristiano su padre, Alfonso VIII de Castilla, vencedor en las Navas de Tolosa. Y su esposo, Alfonso IX de León, conquistador de Cáceres, Mérida y Badajoz. Y su hijo Fernando III de Castilla y de León, que tomaría Córdoba y Sevilla.


Y, nada, nos vamos ya, que esto se ha alargado demasiado, no queremos quedarnos atrapados para siempre en esta entrada, como le ocurrió a este pobre personaje, que lleva así siglos en la iglesia de Santo Tomás Cantuariense de Salamanca.

Berenguela de León, reina de Jerusalén y emperatriz de Constantinopla

Hoy queremos hablaros de una infanta leonesa, de nombre Berenguela, hija de Alfonso IX de León y Berenguela de Castilla, que llegó a ser rei...