La falta de noticias al respecto de la Salamanca del siglo XI es, sin duda, una buena noticia, ya que en ello va implícito que los ataques musulmanes sobre la línea del Tormes cesaron con la muerte de Almanzor en el 1002, haciéndose más imposibles aun con la atomización del califato de Córdoba en reinos de taifas a partir del 1009.
Además, entre el 1037 y el 1065 reinó en León un tipo bien duro, el infante navarro y conde de Castilla Fernando I, que primero se casó con la infanta leonesa Sancha, hermana del rey Bermudo III, para luego levantarse contra su cuñado y matarle en la batalla de Tamarón, haciéndose con el reino del que su esposa quedaba como titular. El rey consorte leonés tampoco tuvo reparos en matar a su propio hermano, el rey de Pamplona García III, en la batalla de Atapuerca, librada en 1054. Y todo esto manteniendo a raya a las taifas, permitiendo así que los cristianos fueran colonizando poco a poco las tierras salmantinas, especialmente siguiendo el curso del Tormes desde Alba a Ledesma y teniendo como epicentro la ciudad de Salamanca.

Sancha, hija de Alfonso V de León, y su rey consorte, Fernando I. A ellos se debe la construcción del Panteón de los Reyes de San Isidoro de León. Fueron los padres de Alfonso VI, rey de León, Sancho, príncipe en Castilla, García, príncipe en Galicia, Urraca, señora de Zamora, y Elvira, señora de Toro. Los hermanos lucharon por la herencia de sus padres, resultando victoriosos Alfonso VI y Urraca, muriendo Sancho en el sitio de Zamora y quedando García cautivo hasta el día de su muerte. Alfonso VI fue el rey que tuvo un par de encontronazos con el Cid, que al final terminó montándose su propio chiringuito, perdón, principado, en lo que había sido la taifa de Valencia.
Fernando I de León, conquistador de Lamego (1057), Viseo (1058) y Coimbra (1064), ciudades leonesas en el siglo XI.
En el año 1085 su hijo Alfonso VI de León conquistó la taifa de Toledo, extendiéndose así la línea de avance cristiano hasta el río Tajo, con lo que Salamanca quedaba definitivamente fuera del alcance de las expediciones de saqueo musulmanas, y más desde que en el año 1147 Alfonso VII de León se hiciera con la ciudad de Coria.
Alfonso VI, rey de León de 1065 a 1109, representando en el Tumbo A de la catedral de Santiago de Compostela.
Salamanca ni siquiera fue escenario de alguna de las correrías de Rodrigo Díaz de Vivar, aunque, según la tradición, y hay que ser siempre cauteloso con la tradición, sí llegó hasta la ciudad el Cristo que presidía las misas que su capellán, Jerónimo de Perigord, celebraba durante sus campañas militares. Jerónimo también acompañó al Cid durante la conquista de la taifa de Valencia, ciudad de la que llegó a ser obispo. Una vez fallecido Rodrigo en 1099 permaneció al lado de doña Jimena hasta que se perdió la ciudad levantina en 1102. Luego se trasladó hasta Salamanca trayendo supuestamente consigo el crucifijo y llegando a ser obispo de esta localidad, de Zamora y de Ávila.
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