No parece que importe gran cosa a día de hoy, salvo a la buena de nuestra amiga Luisi, pero el torreón de Santibáñez de Béjar, conservado de momento milagrosamente, es una prueba de cómo a principios del siglo XIII el reino de León quedó totalmente encajonado entre Castilla y Portugal, los condados vasallos del rey leonés que se convirtieron definitivamente en reinos independientes en el siglo XII. Alfonso Fernández de León (IX le dicen) vio como sus dominios adquirían forma de embudo, con Asturias y Galicia en la parte ancha y estrechándose hasta su extremo sur por las tierras de León, Zamora y Salamanca, territorio éste último que se convertiría en la punta de lanza del reino leonés. El caso es que en aquel tiempo las poblaciones de Santibáñez de Béjar, Béjar y Plasencia pertenecían al monarca castellano, su primo Alfonso Sánchez (VIII le dicen), por lo que al rey leonés sólo le cabía expandir su reino por un estrecho corredor que se iniciaba en Ciudad Rodrigo, lo que hizo conquistando Cáceres en 1229 y Mérida y Badajoz en 1230, el mismo año de su muerte. Supongo que le dejaron hacer, ya que por entonces su exesposa, la reina Berenguela, hija de Alfonso VIII, estaba segura de que el hijo de ambos, Fernando III de Castilla desde 1217, terminaría heredando también el reino de León, tal y como sucedió finalmente, consiguiendo así los castellanos hacerse con el control de las taifas occidentales de Al-Ándalus, Sevilla incluída, que se rindió en 1248.
Es por esto de la pugna en las tierras fronterizas entre los dos reinos por lo que en la actual provincia de Salamanca contamos con una sierra de los castellanos, la de Béjar, y otra de los leoneses, la de Francia, y de ahí las diferencias.
Así pues, los dos torreones que se levantaron en Santibáñez de Béjar, uno ya está perdido, fueron construcciones defensivas de frontera, y quizá ya estuvieran ahí antes de las guerras fronterizas entre León y Castilla, vigilando el límite entre el mundo de los crisitianos y el de los musulmanes.
Pasado el tiempo y con los dos reinos bajo el mando de un único rey desde el año 1230, el torreón de Santibáñez fue protagonista en la guerra de sucesión castellana (1475-1479) que se libró entre Isabel I y su sobrina Juana, depectivamente apodada "la Beltraneja", ya que parte de la nobleza no creía que fuera hija del rey Enrique IV, sino de su amigo Beltrán de la Cueva y de la reina Juana. Durante dicho conflicto bélico había también un torreón en la vecina localidad de Guijo de Ávila, pero éste terminó demolido por haber sido guarnición de tropas partidarias de Juana. En cambio, los de Santibáñez se mantuvieron por haber sido empleados por las huestes de Isabel, proclamada reina de Castilla y de León en 1474 y vencedora en esta guerra.
La torre terminó siendo propiedad del marqués de la localidad vallisoletana de Fuente el Sol, título nobiliario creado el 21 de julio de 1642 por el rey Felipe IV en favor de Juan Bautista de Bracamonte Dávila y Zapata.
A pesar de que el torreón está declarado como Bien de Interés Cultural por el Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español, éste se encuentra en estado de abandono y ruina progresiva, con riesgo de nuevos derrumbes, así que algo habrá que hacer para evitarlos y para que el pueblo de Santibañez y sus visitantes puedan gozar del mismo, del espacio que le circunda y del conocimiento de la historia de la localidad, frente a la que se alza el impresionante, por tantas razones, cerro del Berrueco.
Centinela de piedra,
ResponderEliminargigante en lo alto del camino
de ancestrales cañadas.
Contempla el fuego encendido
por pastores vetones,
corrales de esquiladores,
al barrio del Perchel señalando el Tormes,
el templo de una diosa ( la ermita)...
… A tus pies, mi pueblo.
¡Que hermosa atalaya!
Y sin dejar de quererte,
siglos y siglos con la mirada
abrazada a tu silueta;
en mañanas de fría despedida,
tardes de caminos andados
y noches de grillos
sobre la manta del arriero.
Abuelos de Santibáñez
quisieron para sus ojos
una torre alta como El Berrueco
guardiana de nuevas calzadas
para sus hijos arrieros.
... Y sin dejar de quererte,
a tus pies, mi pueblo.
Manuel Jaén Peña.
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